¿Dónde está nuestro poder para activar el talento? Una perspectiva psicológica.

Claudia Sogamoso - 16 01 17

“Pido que no haga depender mi vida: de lo que me pase, del exterior. Pido libertad para no vivir “captativamente” ni “fugitivamente” Principio II San Ignacio de Loyola.

Identidad y Talento

Cada uno de nosotros a lo largo de nuestras vidas vamos experimentando vivencias, historias, situaciones, ya sean vividas en primera persona o a través de otros (padres, cultura, procesos educativos) que nos hacen ir estructurando nuestra identidad. La identidad, es esa historia que creas y cuentas cuando en una entrevista de trabajo por ejemplo, te preguntan cómo te defines y contestas, “yo soy…” Ese yo soy con todas esas características que  expresas, es la historia que has creado acerca de ti mismo como resultado de esas vivencias buenas o no tan buenas. La identidad cambia con cierta frecuencia debido a las transformaciones continuas fruto del proceso natural del desarrollo y de tu adaptación al entorno, así que es de esperarse que a los 19 años tengas una historia seguramente muy diferente a cuando se tiene 38 años o al menos no tan parecida. ¿Qué tiene que ver esto con el talento?

Educación y Talento

Entre los 17 y 19 años generalmente, tomamos nuestra primera y gran decisión, elegimos la actividad a lo que nos dedicaremos la mayor parte de nuestra vida, de ahí en adelante.  Es una elección que nos llevará a esa historia que vamos a querer contar a futuro. Gran parte de lo que viviremos será consecuencia de esta elección. Sin embargo, es paradójico que ésta elección que marcará nuestra vida sea tomada en momentos en los que no tenemos una historia muy bien creada de lo que somos y por tanto, no muy bien contada, ya que la identidad está incipiente y no se ha configurado del todo. En muchos casos, no hemos identificado nuestras capacidades, habilidades, intereses, no somos capaces de vernos a nosotros mismos para determinar con certeza quiénes somos y como queremos ser, con perspectiva de pasado, presente y futuro, en la mayoría de los casos. De ahí que los procesos educativos cobran gran relevancia, porque parte de la función de ellos, es ayudarnos a que aprendamos sobre nosotros mismos y a crear identidad favorable a nuestro desarrollo. Me gusta traer aquí la palabra educación porque es clave en la activación de nuestro talento. Educar viene del latín “educare” que significa “sacar de adentro hacia fuera”, así que la función más importante del proceso educativo es ayudar y facilitarle al aprendiz el que descubra e identifique las cualidades o características que posee por genética o herencia, es decir, sus capacidades, y estimularle a través de las vivencias y experiencias a  que pueda exteriorizarlas a favor de una identidad positiva y de un desarrollo óptimo.

El punto de inflexión para la activación del talento, se da cuando por intención o fortuitamente a través de las experiencias y vivencias, mis educadores se percatan,  o yo si soy adulto me doy cuenta, que alguna de las actividades que ejecuto se me dan muy fácil, de manera muy natural y que además, cuando las ejecuto me genera un gusto, satisfacción y placer. Siendo niño, no se tiene consciencia de tales experiencias, por tal razón el educador es el responsable de estimular y guiar al pequeño hacia vivencias que faciliten el exteriorizar esas capacidades que hacen parte de su naturaleza, y que además vayan en consonancia con las características de su personalidad; por ej., no es igual la manera como exterioriza el interés por una actividad, un chico que muestra características de introvertido, en comparación con uno extrovertido, aunque ambos posean capacidades para ejecutar tal actividad. Para identificar esto no se requiere ser psicólogo, pero si un padre o un maestro muy observador (característica del buen educador) que pueda “darse cuenta” que no será igual para uno que para otro porque no son iguales. En la medida que descubramos e identifiquemos estos aspectos desde pequeños, tendremos más posibilidades de estimularlas para que logren un desarrollo óptimo que significa, que las capacidades se conviertan en una habilidad  y éstas puedan alcanzar en ese individuo un nivel sobresaliente de ejecución o sea, de competencia, e igualmente, crear el estímulo que incentive la actitud que requiere de acuerdo a su característica personal.

No existe una clave única e ideal para desarrollar nuestro talento, lo que sí está muy claro por parte de los expertos y además validado  con estudios científicos psicológicos y neuropsicológicos, es que nuestros talentos se maximizan cuando estimulamos con experiencias y vivencias las características o cualidades adecuadas y ajustadas a nuestra identidad y a nuestra personalidad (existe una diferencia, identidad lo que soy y personalidad tiene que ver con cómo me comporto) igualmente, está claro que a más temprana edad lo estimulemos los resultados serán más efectivos. Al parecer esta premisa sigue siendo un reto para la mayoría de nuestros sistemas educativos, aunque hemos avanzado a pasos agigantados.

¿Siendo adultos podemos  identificar y desarrollar nuestro talento con eficacia y efectividad?

Sí, aunque implique dar un giro a nuestra vida profesional, laboral o personal. Podemos cambiar el cuento que nos contamos a nosotros mismos, siempre y cuando sea esa nuestra voluntad, es decir, cuando queremos hacerlo y sobre todo cuando lo hagamos, independiente de que sea necesario, en el caso que nos quedamos desempleados por ej. ¿Por dónde iniciar un proceso de cambio o de reinvención? Personalmente temo cuando leo por todas partes el tema de “reinventarse” y se expone como una puerta que puedes abrir con gran facilidad, la abres y ya está, como un “ábrete sésamo”  no es tan sencillo y mucho menos mágico a costa de mera voluntad. No todos podemos ir haciendo empresa y emprender en cualquier área o actividad, no todos podemos ir dedicándonos a cuanta profesión se nos ocurra, o esté de moda, ¿hacerlo?, claro que lo podemos hacer, ¿debemos? sería la pregunta ética, no por el principio de ética social solamente, sino más bien teniendo en cuenta el principio de libertad y dignidad con uno mismo. Cuando ejecuto una labor para la cual no estoy capacitado y además no encaja con mi personalidad, lo que sucede es que termino sometido, termino ejecutando la labor porque me “toca” y no porque quiero, hacerlo por este motivo, disminuye la efectividad, el desempeño, el coste mental y emocional es muy alto, porque las personas sufren. Todos necesitamos asignar un sentido a lo que hacemos, es decir un para qué lo hacemos y necesitamos que este sentido tenga un significado más relacionado conmigo, con mi realización y satisfacción, que con lo de afuera. La sociedad consumista, nos ha llevado a crear in sinnúmero de para qué o razones externas a nosotros, por ej., trabajo de camarero para comprar un coche, porque hay que trabajar para tener cosas, posición, status, para mostrar y tener el reconocimiento de los otros y su aceptación, para darme un lugar en la sociedad, etc. Ese motivo es legal, no obstante, corremos el riesgo de experimentar sensación de logro condicionado a recompensas externas, y estás no siempre van a estar de la manera como necesitamos o queremos y cuando éstas no están, se generan otros procesos psicológicos poco alentadores de satisfacción, plenitud y felicidad.

El psicólogo MacAdams investigador dedicado al tema de la identidad, expone que las historias que nos contamos tienden a centrarse en los eventos extraordinarios de nuestras vidas, buenos y malos, porque esas son las experiencias que necesitamos para dar sentido y que nos forman. Afirma además, que las personas cuando creen que sus vidas son significativas tienden a contar historias definidas por el crecimiento, la superación, el trabajo, incluso dolorosas pero que en medio de ello, han salido al otro lado. Su teoría,  pareciera que nos da argumentos para afirmar, que en la medida en que nuestras experiencias nos permiten crear historias extraordinarias donde hacemos uso de nuestras capacidades y cualidades personales en general, muy probablemente irás asignando a tu vida un sentido significativo, vas construyendo convicciones que estimularán a que intérpretes y comprendas tus situaciones buenas o malas con un sentido más de logro personal, de mejora y crecimiento que logros relacionados con recompensas externas. De esta manera, serás un individuo más independiente del entorno social, hasta el punto de dejar de responder a los premios y castigos que promete el ejecutar tu labor. Hacerlo más por ti y para ti y menos por la recompensa de tener o lograr cosas, es la mejor manera de otorgarte recompensas a ti mismo, lograrlo, es también la mejor expresión de amar lo que haces y en esto consiste la libertad, en lograr esta autonomía. Es aquí cuando se da el punto de inflexión más importante para que fluya al máximo tu talento. Quienes logran esta autonomía tienen mucha más probabilidad de desplegar todo su talento y ponerlo al servicio de su mejora y superación como individuo, lo cual implica, activar sus capacidades, desarrollar habilidades, lograr ser muy competentes, para poder crear historias gratificantes para ellos, mantendrán una actitud resiliente y desarrollarán otras características muy conocidas de quienes alcanzan la cima, hacen hazañas desde pequeñas hasta grandes, por ej., encuentras personas que siendo introvertidos y tímidos podrán crear una identidad que les permita comportarse como extrovertidos, aunque esto le signifique ansiedad, angustia, sacrificio, etc. Podrán reinventarse cada vez que sea necesario y encontrarán las alternativas necesarias, que los lleven hasta su sentido.

Las dos claves para activar el talento

En conclusión, nuestra vida tiene muchas probabilidades de ser gratificante si logramos utilizar nuestro poder para activar y desarrollar el talento. Y ese poder se manifiesta cuando:

  1. Se estimulan nuestras capacidades, habilidades y competencias adecuada y coherentemente con nuestra identidad y personalidad, adicionalmente y con base en ello, se crea una dinámica de relación con el entorno, favorable para esa activación.
  2. Logramos autonomía (libertad) que nos permita ejercer nuestra profesión o lo que hacemos con un sentido de mejora y superación centrada más en recompensas internas para nosotros y no en las recompensas externas, es una manera de estimular el amor por lo que hacemos y la creación de historias que refuercen una identidad favorable.

Por último, ten en cuenta que en ocasiones queremos lograr sueños que definitivamente no vamos a poder lograr y no tiene relación con el hecho de no ser capaces o no poseer las competencias, sino porque en el entorno no están dadas las condiciones. En otras ocasiones (suele suceder), porque esos sueños y deseos no encajan con lo que nosotros podemos hacer, con nuestra identidad y nuestra personalidad. Es importante aprender a identificar este tipo de situaciones para aprender a gestionar muy bien los efectos de los fracasos que se pueden dar. Hoy la psicología tiene técnicas, métodos y metodologías que nos facilitan a los expertos gestionar una buena orientación a nuestros clientes. Tema para otro artículo.

¿Necesitas desplegar tu talento y no sabes aún cómo hacerlo?; ¿Cuál es la historia que te cuentas a ti mismo sobre ti? ¿Quieres mejorar tu competitividad profesional?

 

 

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