En tus relaciones ¿eres humano o eres de piedra?

Claudia Sogamoso - 23 09 16

La emoción y el sentimiento es la oportunidad que tenemos para conectar afectiva y efectivamente con los demás, hacen parte del lenguaje no verbal ese que no vemos, no tocamos pero que sentimos y hace que la energía afectiva sea más o menos intensa cuando vemos, conversamos o compartimos en cualquier situación social con alguien.

La emoción es una respuesta psicofisiológica, biológica que se genera desde la liberación de hormonas y neurotransmisores como respuesta a estímulos internos o externos y el cerebro luego las traduce en sentimientos, es decir, los sentimientos son el resultado de las emociones que se generan en nuestro organismo biológicamente. Cuando nos relacionamos, expresamos a través de los sentimientos nuestras emociones y dependiendo de cómo expresamos esos sentimientos a través de la comunicación, así será el tipo de relación que establecemos con los demás. En este proceso interviene también un actor de mucha importancia, nuestro raciocinio, el cual, juega un papel casi siempre de mediador, es una dinámica algo así como: se libera la emoción, siento – pienso – expreso el sentimiento-establezco relaciones.

Por las dinámicas de nuestra vida, patrones educativos, cultura, valores, creencias, situaciones adversas o de satisfacción, estructuramos maneras particulares en las que se da esa dinámica, produciéndose así, en muchas ocasiones, bloqueos que hacen que tus emociones aunque se generen, no sean expresadas y se queden acumuladas en tu interior, o en otros casos, no sean adecuadamente expresadas, porque lo que comunicamos no es congruente con lo que en realidad sentimos, se da un divorcio y seguro que el pensamiento ha hecho jugadas que no dejan que la emoción conecte con el sentimiento, nuestro pensamiento realiza filtros. Por ejemplo, tengo la necesidad de que me quieran, sin embargo, en el pasado mi experiencia ha sido que cuando he demostrado ello, no me han querido, así que aprendí que eso no me genera bienestar, por tanto, prefiero guardármela en mi interior no dejarla salir y aunque la emoción aflore, no dejo que transite, porque pienso… ¿para qué lo demuestro? si al final no me van a querer o no me lo van a aceptar. Así que creo una manera desconfiada de relación, me relaciono con los demás, utilizando mecanismos que me protejan del dolor o el sufrimiento, así que no expreso, ni conecto con los demás, mi relación se hace superficial, poco genuina y limitada a ciertos intereses muy puntuales de tipo racional y no emocional. Suele suceder también que por condicionamientos sociales, aprendemos a no conectar emocionalmente, sino racionalmente con los demás, por ejemplo en el trabajo, creemos…”aquí no se hacen amigos, venimos a trabajar, así que mis emociones la mayor parte del tiempo están guardadas y además selectivamente, escogemos con quiénes en qué momento las hacemos visibles. Todo esto lo hacemos de manera inconsciente, porque son aprendizaje del pasado que ya se hicieron automáticos, como cuando enciendes tu coche, ya no piensas los pasos que tienes o debes hacer.

Relacionarnos de tal o cual manera no es negativo, lo central es, cuando esa manera de relación que creamos la desconectamos demasiado del sentimiento genuino nuestro, y esto es poco beneficioso, porque nos limitamos a nosotros mismos, ya que no satisfacemos nuestra necesidad afectiva,muy humana. Si tengo necesidad de que me quieran, acepten, reconozcan u otras tantas necesidades afectivas o emocionales, ¿por qué contradictoriamente me lo niego? Entonces, no saludo a la gente porque para qué, no me muestro vulnerable ante nadie, porque no doy la oportunidad a nadie que me vea débil y quieran pasar de mí, no expreso lo que siento en cariño hacia el otro porque eso es ridículo, no lloro porque, eso es una tontería. En fin, que vamos desconectando toda emoción y sentimiento y lo paradójico es que después exigimos que los demás nos quieran, acepten, reconozcan, cuando nosotros mismos nos lo hemos limitado, ¿por qué? lo exigimos porque finalmente lo necesitamos, nuestro ego ha tomado posesión y control y sólo quiere que le satisfagan, los otros.

Algunos tips para aprender a conocer, reconocer nuestras emociones:

  1. Pregúntate qué necesidad esperas satisfacer en la relación con el otro, necesidades de protección, de aceptación, de reconocimiento, de cariño, de escucha, de atención, de aprobación, de seguridad, entre otras.
  2. ¿Qué haces en la relación con el otro para satisfacer esa necesidad? En ocasiones hasta manipulamos para poder satisfacer equivocadamente lo que en realidad no buscamos y no nos damos cuenta que lo hacemos.
  3. En qué momento y bajo qué circunstancias sentimos lo que sentimos, lo expresamos o no lo expresamos?
  4. Identifica la emoción y el sentimiento que se generan.

Lo cierto es que cuando nosotros logramos conectar con nuestra emoción real, la conocemos y la reconocemos, de manera libre y espontánea conectamos con los otros afectivamente es como una liberación, nos alineamos con nuestra humanidad y por supuesto con la de los demás. Ten la seguridad que se crearán relaciones muy positivas porque no hay nada más poderoso que una relación enmarcada en la emoción y el sentimiento, como la solidaridad, el cariño, el aprecio, el respeto, la compañía, la colaboración, la compasión, la alegría, todas esas emociones muy positivas o incluso desde la tristeza, la vulnerabilidad humana, porque paradójicamente cuando nos mostramos vulnerables, generalmente se da una emoción y sentimiento de ayuda, apoyo, colaboración de parte de los demás.

Quieres crear relaciones positivas? conoce tus emociones. Es más fácil y  menos complejo comportarnos como humanos. Recuerda que todo lo bueno comienza en uno mismo.

(Foto Pixabay)

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